viernes, 6 de julio de 2012

Porque nos hizo superar 9 vergüenzas coloniales


 6ta Razón para votar por Chávez 
 
-¿Cuáles son esas 9 vergüenzas coloniales –  colonizadoras o recolonizantes-  que siempre están siendo vencidas por Chávez de instante en instante y constituyen  parte de  la magia o del secreto  para  su empatía con el pueblo/pueblo?

-Las tres primeras son determinantes. Las demás, son derivaciones de estas tres primeras:

1.- PRIMERA VERGÜENZA COLONIAL:
La vergüenza de ser pobre  o vergüenza de clase. 

Chávez se asumió siempre como “el arañero de Sabaneta”. Un  muchacho vendedor de dulces  caseros,  por las calles de su pueblo natal, como complemento al sustento familiar.

2.- SEGUNDA VERGÜENZA COLONIAL:
La vergüenza racial, necesidad de superación del endorracismo. 


Chávez se asumió siempre como “el indio que soy, el negro  o el zambo ¿y qué?”…

3.- TERCERA VERGÜENZA COLONIAL:  La vergüenza  étnica, el desprecio por su propia cultura, incluso por su propio paisaje y por su gente.  


Chávez siempre se ha mostrado orgulloso de su llano, de su gente y de su música. Incluso de su gente más marginada y perseguida como los cuiva del río Capanaparo.   Me gustaría pasar mis últimos días en aquellos riachuelos y paisajes con su gente  más excluida, los cuiva y los yaruro.

Ya en su tiempo José Martí fustigaba a quienes se avergonzaban de tener una Madre India, primera  Madre de América o Abya Yala. 


Los pueblos originarios llaman a la reivindicación de la Madre Tierra desde nuestras culturas primigenias. La vergüenza de la tierra donde se nace es una de las peores deslealtades con uno mismo y con nuestros pueblos.

4.- CUARTA VERGÜENZA COLONIAL:  La vergüenza religiosa, de credo o de filosofía. 


Chávez,  siempre va con su cruz a cuestas. Con su crucifijo en manos al descender del destierro  al rescatarlo pueblo y fuerzas armadas del fantasma de la muerte.  Desde su catolicismo retomado por el  ámbito de la teología de la liberación se entiende con el marxismo crítico, los protestantes, las religiones populares de los pueblos originarios y afroamericanos, los agnósticos y los ateos, en los diferentes caminos de lo social y de lo político.

Curiosamente, una sociedad intercultural busca entre otras cosas una relación de convivencia pacífica y de equidad, entre gentes y pueblos de distintas religiones, filosofías o creencias, donde puedan convivir creyentes, agnósticos y ateos.

5.- QUINTA VERGÜENZA COLONIAL:
La vergüenza de la derrota.

Ante cada derrota, cada adversidad, Chávez  asume un “¡Por ahora!”(4f-1992). 


Una  visible y transitoria derrota militar, por ejemplo, la convierte en un triunfo político, en una victoria diplomática de largo alcance histórico. Es como el Cóndor valiéndose de la tempestad para elevarse sobre los hombros del propio huracán social y político de  la coyuntura. Del huracán revolucionario.
Ante  los triunfos continuos, como la otra cara de la moneda, no es la ocasión para perseguir, matar o reprimir a  sus enemigos en la derrota. Aunque su estilo de discurso, de palabra hiriente, en algunos casos pudiera resultar confusa y encubrir su alma grande de un Gandhi de Abya Yala.

  Regresa el 13 de abril (2002) al poder en brazos de pueblo y  fuerzas armadas, con  el crucifijo en la mano. Con el perdón y  el diálogo por delante, para volver pronto a ser desinterpretado, de golpe en golpe, de impunidad en impunidad.  Pero el diálogo, más que con la cúpula apátriada, es abajo, con los pueblos y las fuerzas armadas como unidades garantes de la paz con justicia y  la estabilidad política para impulsar los cambios estructurales y los progresivos cambios de mentalidad.  Sin embargo,  la unidad  pueblo/fuerzas armadas ha operado como un Gandhi Colectivo, como factor de cohesión nacional y como factor de disuasión en una “revolución pacífica, pero no desarmada”.(º)

6.- SEXTA VERGÜENZA COLONIAL: La vergüenza a asumir la enfermedad y la muerte. 


No encubre la  enfermedad, la presenta ante su pueblo con   identidad y la asume con sentido de dignidad. Tengo un cáncer, me han extraído un tumor, pero no hay metástasis como lo han propagado nuestros enemigos. Ante una segunda operación, la asume con oración, decisión y firmeza. Y  con el tratamiento adecuado desde la hermana Cuba, acompañado con un canto a la vida. Entendiendo también que el revolucionario tiene el derecho a preservar la vida para cumplir plenamente su misión histórica. ¡Viviremos y venceremos!
 

Ante la otra cara de la enfermedad, la muerte, el comandante Chávez ha dado suficientes pruebas de haberla desafiado con coraje en muchas oportunidades. Incluso el 11 de abril de 2002, cuando fue secuestrado por los poderes del fascismo que lo mantuvieron al borde de la muerte, sin poder obtener por la fuerza y la seducción,  la firma de su renuncia como Presidente.

7.- SÉPTIMA VERGÜENZA  COLONIAL:
La vergüenza o el miedo a “asumir el sentido del ridículo”.

Chávez ha traspasado las  fronteras del miedo a hacer el ridículo. Rompe protocolos aquí y allá. Habla, canta, danza, grita y juega sobre su propio discurso. Se burla de su propia pronunciación del inglés, para poner en claro que tampoco los gringos y los ingleses cuando vienen aquí pronuncian muy bien el castellano. Ni tampoco muchos franceses o alemanes pueden hacer gala de una correcta pronunciación del castellano.

Cuando la burguesía hace un chiste anti-Chávez, el  Comandante lo recoge como  pelota de beisbol en el guante, lo cuenta él mismo, lo desarma y se los lanza de nuevo, desinflado, como jonrón imprevisto. No sin antes poner de manifiesto su carga  racista y clasista, eurocéntrica y  cuando no, su carácter patriarcal.

8.- OCTAVA VERGÜENZA COLONIAL:
La vergüenza de ser venezolano. 


Antes de Chávez, sentíamos vergüenza de ser venezolanos, no sólo  en lo político, incluso en los deportes.  Siempre todo lo que venía de afuera era mejor. Este es un problema no resuelto del todo, porque tiene raíces de más de medio milenio. Pero se ha levantado un orgullo de ser venezolano.

Retomar el orgullo de ser venezolano significa ir resolviendo estas nueve modalidades de la vergüenza colonial, comenzando por el orgullo de ser indio, de ser originario o  descendiente de  indígenas.

9.- NOVENA VERGÜENZA COLONIAL:
La vergüenza de ser “Sudaca”.  


Es un  sentimiento de vergüenza inducido, que viene de los primeros días de la conquista y de la colonia. Ya Miranda hablaba del pecado mortal de haber nacido en América. Bolívar hablaba de “Esa desnaturalizada madrastra”, para referirse a España como su “hijastro” maltratado y oprimido. Nuestras academias nos imponían el  cuento de la “Madre Patria”.

Ante la superación de la vergüenza de ser Sudaca, el Rey de España en una cumbre de Chile le grita a Chávez: ¿por qué no te callas?  Frente a esa  orden de ¡indio, cállate! la respuesta bolivariana de Chávez  es: Nuestro norte  es el Sur.  El Sur mira hacia el Sur. América y África. Y el Oriente Medio.

LA SUPERACIÓN  DE LA VERGÜENZA DEL COLONIZADO, LLAMA  A UNA POLÍTICA DESDE  LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD

     La superación de la vergüenza del colonizado, debe abrir los ojos a sentir y pensar más sobre nuestras diversidades para la inclusividad, desde la unidad y diversidad de nuestros  pueblos, equipos de trabajo, de factores políticos y movimientos sociales. Donde está el partido, el PSUV y otros de la alianza, pero no solo el partido, como lo ha admitido Chávez en otras oportunidades.   No  hay un solo sujeto o actor histórico en el escenario. Hay  muchos invisibilizados e invisibilizadas. No es sólo el proletariado.  Hay una historia   escrita  que se nos impone y  otra  oral, sin escribirse, todavía en el murmullo de los pueblos, aunque ya comienza a oírse y a escribirse con la directa participación de sus propios actores que habían sido invisibilizados y excluidos.  Hay  pueblos originarios, sectores afrodescendientes, movimientos de mujeres, presencia todavía sutil de un sentimiento como descendientes de indígenas, como tensión dialéctica entre ancestralidad y contemporaneidad, como caras distintas  de un mismo proceso y de su presente histórico; necesidad de las teologías de la liberación como desafío a una cruzada  pseudo-evangelizadora  a escala global propiciada y financiada por los grandes centros del poder mundial; movimientos ambientalistas en emergencia ante el desequilibrio del planeta y el desarrollismo; campesinos indodescendientes, afrodescendientes y  en algunos lugares, ciertos núcleos  campesinos y urbanos de un origen  eurodescendiente  más visible, en el marco de la venezolanidad actual y sus múltiples mestizajes. Y finalmente, la necesidad de abrir los ojos para entender que los procesos de integración de nuestra América o Abya Yala, si van en la búsqueda  del Buen Vivir, hay que encontrar las claves de desterrar progresivamente las políticas desarrollistas desde el ámbito de la revolución  y  los cambios sociales, como parte  de la superación definitiva de todas las formas  de colonialismo interno. 



Saúl Rivas Rivas

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